PORQUE TODAVIA NO ME COMPRE UN DVD
h2>
En los últimos dÃas, en
oportunidad de estar en Europa presentando nuestro últim
o libro comenzamos a recibir decenas de correos electrón
icos.
En todos ellos se nos advertÃa que un texto nue
stro circulaba por Internet con la firma de Eduardo Galea
no.
Al llegar a Uruguay los correos se multiplicaron
y en todos ellos se nos consultaba al respecto.
Utiliz
amos los buscadores de internet y nos enteramos que nuest
ra crónica titulada "Desechando lo desechable" escrita e
n mayo del 2006 e incluida en esta misma página estaba c
irculando con otro tÃtulo y efectivamente llevaba la fir
ma de Galeano.
Encontramos el texto en páginas d
e Italia, Chile, Cuba, Argentina, México, Australia, Esp
aña y en foros, páginas, diarios y semanarios de una en
orme cantidad de ciudades del mundo con el tÃtulo de "Po
rque todavÃa no me compre un DVD".
En otras páginas
llevaba el tÃtulo "Para los de más de 40" y en otras "
Ahora todo se tira".
En todos los casos al pie figurab
a la firma de Eduardo Galeano.
En el dÃa de hoy comen
zó a circular un desmentido confirmando que el texto no
pertenece al reconocido escritor compatriota.
Hemos escrito a Eduar
do Galeano solicitando las disculpas del caso (a pesar de
no tener responsabilidad en lo sucedido) y reafirmando n
uestra admiración a su obra que descansa –muy poco- en
los estantes de nuestra biblioteca.
A continuaci
ón publicamos el texto original, sin las modificaciones
que se le han hecho en los últimos meses y con la firma
correspondiente.
Lamentamos la situación producida y
el perjuicio que pueda haber sufrido nuestro estimado Edu
ardo Galeano a quien leemos y admiramos desde Marcha y de
sde "Las venas abiertas de America Latina".
DESEC
HANDO LO DESECHABLE
Seguro que el destino se ha co
nfabulado para complicarme la vida.
No consigo aco
modar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirl
o mejor: no consigo acomodar el cuerpo al "use y tire" ni
al "compre y compre" ni al "desechable".
Ya sé,
tendrÃa que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra qu
e me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo an
dar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el mod
elo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregar
le una función o achicarlo un poco.
No hace tanto
con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; l
os planchábamos, los doblábamos y los preparábamos par
a que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestro
s nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos
se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los
pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a lo
s desechables!
SÃ, ya sé… a nuestra generaciÃ
³n siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos
resultaron muy desechables!
Y asà anduvimos por l
as calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y
las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novi
as se las arreglaban como podÃan con algodones para enfr
entar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo
que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún m
omento me distraje, me caà del mundo y ahora no sé por
dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ah
ora esté bien, eso no lo discuto.
Lo que pasa es
que no consigo cambiar el equipo de música una vez por
año, el celular cada tres meses o el monitor de la compu
tadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos des
echables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar
una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridÃculo las bandej
itas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de pl
ástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cu
biertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cos
as se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se
compraban para la vida de los que venÃan después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, f
iambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de l
oza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimo
nio, hemos tenido más cocinas que las que habÃa en todo
el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tr
es veces.
¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los
descubrÃ… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se
gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo
para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara.
p>
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias
suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún
colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Qui
én arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el
electricista?
¿Habrá teflón para los hojalater
os o asientos de aviones para los talabarteros?
To
do se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos
más y más basura.
El otro dÃa leà que se prod
ujo más basura en los últimos 40 años que en toda la h
istoria de la humanidad.
El que tenga menos de 40
años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi
casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y ten
go menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgÃ
¡nicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los c
onejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No exi
stÃa el plástico ni el nylon.
La goma sólo la v
eÃamos en las ruedas de los autos y las que no estaban r
odando las quemábamos en San Juan.
Los pocos des
echos que no se comÃan los animales, servÃan de abono o
se quemaban.
De por ahà vengo yo.
Y no e
s que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un
pobre tipo al que educaron en el "guarde y guarde que al
guna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tir
e que ya se viene el modelo nuevo".
Mi cabeza no r
esiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de m
is amigos no sólo cambian de celular una vez por semana,
sino que además cambian el número, la dirección elect
rónica y hasta la dirección real.
Y a mà me pre
pararon para vivir con el mismo número, la misma mujer,
la misma casa y el mismo nombre (y vaya sà era un nombre
como para cambiarlo)
Me educaron para guardar tod
o.
¡Toooodo!
Lo que servÃa y lo que no.<
/p>
Porque algún dÃa las cosas podÃan volver a serv
ir.
Le dábamos crédito a todo.
SÃ… ya
sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué
cosas nos podÃan servir y qué cosas no.
Y en el
afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos
hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del s
egundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no gu
ardamos la primera caquita.
¡¿Cómo quieren que
entienda a esa gente que se desprende de su celular a los
pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando la
s cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelv
en desechables con la misma facilidad con que se consigui
eron?
En casa tenÃamos un mueble con cuatro cajo
nes.
El primer cajón era para los manteles y los
repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero
y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!<
/p>
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábam
os las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para
qué?!
HacÃamos limpia calzados para poner delan
te de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y engan
chadas a una piola se convertÃan en cortinas para los ba
res.
Al terminar las clases le sacábamos el corch
o, las martillábamos y las clavábamos en una tablita pa
ra hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año d
e la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Las co
sas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulin
es y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usarÃ
amos.
Botones que perdÃan a sus camisas y carret
eles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el t
ercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras
que algún dÃa podÃamos volver a precisar.
Cañ
itos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el
plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el c
apuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que
perdÃan el resorte. Resortes que perdÃan a su encendedo
r. Cuando el mundo se exprimÃa el cerebro para inventar
encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uru
guayos inventábamos la recarga de los encendedores desca
rtables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mita
d- se convertÃan en sacapuntas por todo el ciclo escolar
. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las lata
s de paté o del corned beef, por las dudas que alguna la
ta viniera sin su llave.
¡Y las pilas!
La
s pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al t
echo de la casa.
Porque no sabÃamos bien si habÃ
a que darles calor o frÃo para que vivieran un poco más
.
No nos resignábamos a que se terminara su vida
útil, no podÃamos creer que algo viviera menos que un
jazmÃn.
Las cosas no eran desechables… eran gua
rdables.
¡¡Los diarios!! ServÃan para todo: par
a hacer plantillas para las botas de goma, para poner en
el piso los dÃas de lluvia y por sobre todas las cosas p
ara envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún
resultado leyendo el diario pegado al cuadril!
Y
guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los
cigarros para hacer guÃas de pinitos de navidad y las p
áginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cua
dros, y los cuentagotas de los remedios por si algún rem
edio no traÃa el cuentagotas y los fósforos usados porq
ue podÃamos prender una hornalla de la Volcán desde la
otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se co
nvirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y l
as cajas de cigarros Richmond se volvÃan cinturones y po
samates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas
de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención,
y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara algu
na, con la inscripción a mano en una sota de espada que
decÃa "éste es un 4 de bastos".
Los cajones gu
ardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganch
ito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos d
erechos que esperaban a su otra mitad para convertirse ot
ra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: n
os costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Asà como hoy las nuevas generaciones deciden "ma
tarlos" apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempo
s eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.<
/p>
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tap
a se convertÃa en base y nos dijeron "Tómese el helado
y después tire la copita", nosotros dijimos que sÃ, per
o… ¡minga que la Ãbamos a tirar! Las pusimos a vivir
en el estante de los vasos y de las copas.
Las l
atas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hast
a teléfonos.
Las primeras botellas de plástico -
las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en ador
nos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtiero
n en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ce
niceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y
los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valore
s que se desechan y los que preservábamos.
No lo
voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo
los electrodomésticos son desechables; que también el m
atrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero
no cometeré la imprudencia de comparar objetos con perso
nas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que
se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirand
o, del pasado efÃmero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo peren
ne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne
.
No voy a decir que a los ancianos se les declara
la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que
los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a
las personas que les falta alguna función se les discrim
ina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour
.
Esto sólo es una crónica que habla de pañale
s y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos
las cosas, tendrÃa que plantearme seriamente entregar a
la bruja como parte de pago de una señora con menos kil
ómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lent
o para transitar este mundo de la reposición y corro el
riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entre
gado.
Y yo…no me entrego.
Marciano Durán
Popularidad: 4%
En los últimos dÃas, en
oportunidad de estar en Europa presentando nuestro últim
o libro comenzamos a recibir decenas de correos electrón
icos.
En todos ellos se nos advertÃa que un texto nue
stro circulaba por Internet con la firma de Eduardo Galea
no.
Al llegar a Uruguay los correos se multiplicaron
y en todos ellos se nos consultaba al respecto.
Utiliz
amos los buscadores de internet y nos enteramos que nuest
ra crónica titulada "Desechando lo desechable" escrita e
n mayo del 2006 e incluida en esta misma página estaba c
irculando con otro tÃtulo y efectivamente llevaba la fir
ma de Galeano.
Encontramos el texto en páginas d
e Italia, Chile, Cuba, Argentina, México, Australia, Esp
aña y en foros, páginas, diarios y semanarios de una en
orme cantidad de ciudades del mundo con el tÃtulo de "Po
rque todavÃa no me compre un DVD".
En otras páginas
llevaba el tÃtulo "Para los de más de 40" y en otras "
Ahora todo se tira".
En todos los casos al pie figurab
a la firma de Eduardo Galeano.
En el dÃa de hoy comen
zó a circular un desmentido confirmando que el texto no
pertenece al reconocido escritor compatriota.
Hemos escrito a Eduar do Galeano solicitando las disculpas del caso (a pesar de no tener responsabilidad en lo sucedido) y reafirmando n uestra admiración a su obra que descansa –muy poco- en los estantes de nuestra biblioteca.
A continuaci
ón publicamos el texto original, sin las modificaciones
que se le han hecho en los últimos meses y con la firma
correspondiente.
Lamentamos la situación producida y
el perjuicio que pueda haber sufrido nuestro estimado Edu
ardo Galeano a quien leemos y admiramos desde Marcha y de
sde "Las venas abiertas de America Latina".
DESEC HANDO LO DESECHABLE
Seguro que el destino se ha co nfabulado para complicarme la vida.
No consigo aco modar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirl o mejor: no consigo acomodar el cuerpo al "use y tire" ni al "compre y compre" ni al "desechable".
Ya sé, tendrÃa que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra qu e me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo an dar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el mod elo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregar le una función o achicarlo un poco.
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; l os planchábamos, los doblábamos y los preparábamos par a que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestro s nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a lo s desechables!
SÃ, ya sé… a nuestra generacià ³n siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y asà anduvimos por l as calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novi as se las arreglaban como podÃan con algodones para enfr entar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún m omento me distraje, me caà del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ah ora esté bien, eso no lo discuto.
Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la compu tadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos des echables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridÃculo las bandej itas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de pl ástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cu biertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cos as se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venÃan después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, f iambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de l oza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimo nio, hemos tenido más cocinas que las que habÃa en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tr es veces.
¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los descubrÃ… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara. p>
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Qui én arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalater os o asientos de aviones para los talabarteros?
To do se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro dÃa leà que se prod ujo más basura en los últimos 40 años que en toda la h istoria de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y ten go menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgà ¡nicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los c onejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No exi stÃa el plástico ni el nylon.
La goma sólo la v eÃamos en las ruedas de los autos y las que no estaban r odando las quemábamos en San Juan.
Los pocos des echos que no se comÃan los animales, servÃan de abono o se quemaban.
De por ahà vengo yo.
Y no e s que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el "guarde y guarde que al guna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tir e que ya se viene el modelo nuevo".
Mi cabeza no r esiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de m is amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección elect rónica y hasta la dirección real.
Y a mà me pre pararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sà era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar tod o.
¡Toooodo!
Lo que servÃa y lo que no.< /p>
Porque algún dÃa las cosas podÃan volver a serv ir.
Le dábamos crédito a todo.
SÃ… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podÃan servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del s egundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no gu ardamos la primera caquita.
¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando la s cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelv en desechables con la misma facilidad con que se consigui eron?
En casa tenÃamos un mueble con cuatro cajo nes.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!< /p>
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábam os las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
HacÃamos limpia calzados para poner delan te de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y engan chadas a una piola se convertÃan en cortinas para los ba res.
Al terminar las clases le sacábamos el corch o, las martillábamos y las clavábamos en una tablita pa ra hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año d e la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Las co sas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulin es y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usarà amos.
Botones que perdÃan a sus camisas y carret eles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el t ercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún dÃa podÃamos volver a precisar.
Cañ itos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el c apuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdÃan el resorte. Resortes que perdÃan a su encendedo r. Cuando el mundo se exprimÃa el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uru guayos inventábamos la recarga de los encendedores desca rtables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mita d- se convertÃan en sacapuntas por todo el ciclo escolar . Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las lata s de paté o del corned beef, por las dudas que alguna la ta viniera sin su llave.
¡Y las pilas!
La s pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al t echo de la casa.
Porque no sabÃamos bien si habà a que darles calor o frÃo para que vivieran un poco más .
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podÃamos creer que algo viviera menos que un jazmÃn.
Las cosas no eran desechables… eran gua rdables.
¡¡Los diarios!! ServÃan para todo: par a hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los dÃas de lluvia y por sobre todas las cosas p ara envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guÃas de pinitos de navidad y las p áginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cua dros, y los cuentagotas de los remedios por si algún rem edio no traÃa el cuentagotas y los fósforos usados porq ue podÃamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se co nvirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y l as cajas de cigarros Richmond se volvÃan cinturones y po samates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara algu na, con la inscripción a mano en una sota de espada que decÃa "éste es un 4 de bastos".
Los cajones gu ardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganch ito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos d erechos que esperaban a su otra mitad para convertirse ot ra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: n os costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Asà como hoy las nuevas generaciones deciden "ma tarlos" apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempo s eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.< /p>
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tap a se convertÃa en base y nos dijeron "Tómese el helado y después tire la copita", nosotros dijimos que sÃ, per o… ¡minga que la Ãbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las l atas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hast a teléfonos.
Las primeras botellas de plástico - las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en ador nos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtiero n en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ce niceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valore s que se desechan y los que preservábamos.
No lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el m atrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con perso nas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirand o, del pasado efÃmero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo peren ne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne .
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrim ina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour .
Esto sólo es una crónica que habla de pañale s y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendrÃa que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kil ómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lent o para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entre gado.
Y yo…no me entrego.
Marciano Durán
Popularidad: 4%
Octobe r 13th, 2007 at 12:34 pm
Me gusto ese articulo, q refleja en forma feaciente la capacidad d e acopio q tenemos los uruguayos de + de 40, en su moment o lo publique en mi blog y hasta ahora pense q era de E G aleano, un comentario anonimo me llamo la atencion sobre esto, por lo q pinche el vinculo q me ofrecia con esta pa gina, como me gusta guardar guarde esta direccion y me re gistre, asi acopio tambien los demas articulos de Marcian o Duran, q me encantaron.-
Gracias y saludos.-
PD. A mi me repusieron.-
October 13th, 200 7 at 12:34 pm
prezado senhor
o texto é muito interessante por tal razão copiei para o meu blog (Caixa Preta) citando a fonte.
Recebi sua adv ertência e a publiquei no referido blog.
Desculpe se lhe causei algum dano.
cordialmente,
d. aguinagaBrasil
October 15th, 2007 at 1:08 pm
Me llego el articulo por correo y efec tivamente tenia la firma de eduardo galeano, lo publique al encontrarlo fenomenal el contenido del articulo, a mi parecer es más importante el contenido del articulo a pe nsar en quien lo escribió. De todas manera publicare un fe de erratas con el verdadero nombre y autor del articul o. Esperando no haber causado daño alguno y felicitarlo por los otros articulos.
Camilo Kraljevich
chi le.
October 15th, 2007 at 1:45 pm
[…] Desechando lo de sechable Posted in September 30th, 2007 by Matoga in Apor tes N.A. : Despué³ de recibir el comentario, lo corregimo s como corresponde y pedimos disculpas por el error. ?Por qué ¬a gente se adjudicará ¯ permite que le adjudiquen l o que nos es de ellos? Esto, que les voy a compartir, me lo envió © amigo Fernando…Eduardo Galeano Marciano Dur á® (el texto original está ¡cá Œean y comparen) […] p>
October 15th, 2007 at 2:31 pm
Gracias por la e norme cantidad de correos que estamos recibiendo.
Lo q ue pretendemos es proteger la firma de Galeano al que le adjudicaron un texto que no es de él.
En cuanto a nos otros, nos sentimos conformes con que el texto circule po r la red aunque no lleve la firma correspondiente.
Lo importante es el mensaje.
No cobramos por esto, los t extos han estado, están y estarán a disposición de qui en los quiera levantar con la única condición de no mod ificar el contenido.
Sabemos que lo modifican y es imp osible "corretearlos" por la red, asà que lo único que hacemos es solicitar (por el buen nombre de ellos) que no aparezca la firma de ningún escritor conocido al pie ( ha sucedido muchas veces)
Gracias por compartir los c onceptos de la crónica y los invito a recorrer nuestra p ágina donde aparecen muchas crónicas similares a la de referencia.
Un abrazo uruguayo y Marciano
Oc tober 15th, 2007 at 10:34 pm
Yo ta mbién publiqué el texto en mi blog, habiéndolo recibid o por correo electrónico con la firma de Eduardo Galeano , por haberlo encontrado sumamente interesante, y a mende que Galeano es uno de mis autores favoritos. Habiendo re cibido el comentario en el blog, ya hice la corrección p ertinente, para que tan interesante texto figure como cor responde, con el autor que lo escribió.